Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada, constituyó el pasado día 13, fiesta de Nuestra Señora de Fátima, el Instituto Internacional Laudato Si’ para la custodia de la creación, cuyo Decreto ofrecemos a continuación.
Proemio
La Encíclica Laudato Si’ ha sido el primer documento pontificio de alcance universal dedicado por entero a la custodia de la creación, llamada en el mismo subtítulo de la encíclica, «la casa común». Esa «casa común», en efecto, está en peligro de diversas formas, como no lo ha estado nunca antes en la historia. Y ese peligro es debido a la acción irresponsable del hombre de nuestro tiempo, que posee unos poderes tecnológicos apenas imaginables hace un siglo, capaces de destruir toda vida en el planeta, pero que con frecuencia vive en una confusión también sin precedentes sobre el significado de su propia vida y de la realidad entera.
La encíclica no es la primera referencia del magisterio pontifico reciente a los problemas de la custodia de la creación. Baste recordar que el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado en el 2005, dedica su capítulo décimo por entero a la cuestión, con el título de «Salvaguardar el medio ambiente». San Juan Pablo II, por ejemplo, hizo a lo largo de su pontificado numerosas referencias al tema, y lo trató especialmente en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 1990. En cuanto a Benedicto XVI, fue llamado extra-oficialmente «el Papa de la ecología» por sus decisiones acerca de la emnisión de gases de la Ciudad del Vaticano y de financiar la reforestación de una isla desertizada en la cuenta del río Tisza, cuenca que habría sufrido una grave catástrofe ambiental en el año 2000. Su magisterio sobre la belleza de la creación, sobre el libro de la naturaleza «uno e indivisible», sobre la relación estrecha entre el trato a la naturaleza y el trato a las personas, y sobre la necesidad de incluir la cuestión del trato a la creación en el concepto de desarrollo integral del hombre encuentran su tratamiento más sistemático y sintético en los nn. 48-52 de su Encíclica Caritas in veritate, del año 2009.
Lo cierto es que la cuestión de la relación adecuada entre el hombre y la creación (o lo que se suele llamar, de un modo no suficientemente apropiado, la cuestión del «medio ambiente»), se ha convertido en una de las cuestiones cruciales de nuestro tiempo. Y a la vez, la respuesta a esa cuestión está estrechamente ligada a la conciencia que tenemos -o que tenemos sólo parcialmente, o que no tenemos- del significado y de las implicaciones de nuestra fe católica para la vida humana y para el conjunto de la realidad. (…)