La publicación en el día de hoy de la encíclica Laudato Si constituye un testimonio de continuidad entre el Papa Francisco y su predecesor el Papa Benedicto XVI. A diferencia de lo escrito por algunos medios de comunicación intentando enfrentar y oponer a Francisco y Benedicto, la publicación de la segunda encíclica del Papa Francisco testimonia la profunda unidad de fe y espíritu que une a los dos últimos Papas.
De hecho, el mundo vio las imágenes de dicha unidad entre el Papa entrante y el saliente en las fotos que se publicaron de su reunión en Castel Gandolfo donde, solo unos días después de la elección del Papa Francisco, éste fue a saludar y rezar con el Papa emérito. Más aún, el testimonio público de esta unidad se vio claramente con la publicación de la primera encíclica del Papa Francisco—Lumen Fidei (LF)—un documento magisterial que fue casi enteramente legado a él por el Papa Benedicto: “Estas consideraciones sobre la fe… pretenden sumarse a lo que el Papa Benedicto XVI ha escrito en las Cartas encíclicas sobre la caridad y la esperanza. Él ya había completado prácticamente una primera redacción de esta Carta encíclica sobre la fe. Se lo agradezco de corazón y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas aportaciones” (LF, 7). Que Francisco recibiera la encíclica de Benedicto y la publicara como propia deja claro el profundo sentido de unidad con su predecesor. Esta unidad fundamental está presente tanto en Laudato Si como en la urgencia compartida por ambos Papas de abordar la cuestión de la ecología y la obligación cristiana de cuidar la creación.
En primer lugar: no es el caso que la preocupación por el medio ambiente sitúe de alguna manera al Papa Francisco en desacuerdo con Benedicto. Muy al contrario, en su preocupación por los problemas del medio ambiente Francisco está siguiendo el camino abierto por Benedicto XVI, quien fue extraoficialmente apodado como el “Papa de la Ecología” por haber firmado un acuerdo que convertía a la Ciudad del Vaticano en el primer estado europeo con emisión neutra de carbono (CO2). Como resultado de dicha iniciativa “ecológica” de Benedicto, dos mil paneles fotovoltaicos fueron instalados en lo alto del tejado del Aula Pablo VI o Sala Nervi, uno de los edificios principales del Vaticano, permitiendo a la Santa Sede reducir sus emisiones de dióxido de carbono en torno a las 225 toneladas al año—y ahorrando de esa forma el equivalente a 80 toneladas de gasóleo anualmente. El proyecto consiguió el European Solar Prize de 2008. Estos paneles solares fueron complementados con otras actuaciones, entre las cuales podemos destacar un proyecto de reforestación financiado por el Vaticano en una isla pelada en el río Tisa. En 2007, dicha extensión de 15 hectáreas de tierra fue de hecho rebautizada como el “Bosque Climático Vaticano” y, en teoría, está pensada para absorber tanto CO2 como el que produce la Ciudad del Vaticano. Todas estas actuaciones fueron llevadas a cabo gracias a la insistencia del Papa Benedicto XVI a que la comunidad internacional comience a respetar y fomentar una “cultura ecológica”.
A la luz de todo esto, la encíclica Laudato Si expresa y difunde todavía más la propuesta de la Iglesia con respecto a la ecología, el medio ambiente y la creación. La novedad de la encíclica consiste en iluminar, desde la fe y la enseñanza de la Iglesia, la cuestión ecológica. Por eso, la publicación de Laudato Si sitúa al Papa Francisco como nuestro segundo “Papa de la Ecología”.