Con el título “Cristianismo-Islam: diálogo bajo un mismo techo”, el Centro Cultural del Arzobispado acogió el pasado miércoles día 8 una mesa redonda en la que participaron el cardenal arzobispo de Bangui, Mons. Dieudonné Nzapalainga, y el imán del Consejo Islámico de Centroáfrica, Oumar Kobine Layama, de República Centroafricana.
Ambos han sido galardonados con el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2016 por su trabajo conjunto por la paz y el diálogo interreligioso, salvando las diferencias entre ellos en cuanto a la fe y fructificando una amistad en aras del bien de las personas y paz en su país, lo que les ha llevado a ser conocidos como “los mellizos de Dios”. Precisamente, Bangui es el lugar donde en noviembre de 2015 el Papa Francisco acudía para inaugurar el Año de la Misericordia, en una diócesis fuera de Italia.
REPÚBLICA CENTROAFRICANA
Junto a ellos, en la mesa redonda estaba el misionero comboniano padre Jesús Ruiz que introdujo a los asistentes en la situación actual de República Centroafricana, y de su capital Bangui, un país –explicó- rico en minerales y recursos naturales, con minas de uranio, diamantes y petróleo, pero, donde, sin embargo, las personas están sometidos a los señores de la guerra y donde viven en una “pobreza escandalosa”; un país que figura en la lista de las regiones más pobres del mundo y cuya población ha sido humillada y pisoteada por los continuos golpes de estado y los enfrentamientos entre grupos armados interesados por los recursos naturales y que responden a cuestiones geoestratégicas y políticas. Por eso, tanto el cardenal como el imán insistían en que la situación de crisis y conflicto que se vive en el país no es fruto de la religión, sino de esos intereses. “No es una guerra de religión”.
República Centroafricana ha sufrido golpes de estado, en los que la población ha sido víctima de saqueos, muerte, violaciones, robos. En medio de todo ello, tanto el cardenal como el imán han puesto en riesgo su propia vida y no han cejado en su afecto fraternal, con creencias antagónicas, en aras del bien y sacralidad de la persona humana.
Mons. Nzapalainga y el imán Kobine Layama están amenazados de muerte por esa amistad; una amistad que en las propias comunidades musulmanas y cristianas no han comprendido, y sobre el que, sin embargo, están sembrando un camino de perdón y reconciliación. Y es que, cuando en los enfrentamientos de los grupos armados (selekas y, como respuesta reaccionaria contra ellos, los antibalakas) se recrudeció, el imán se quedó sin alojamiento, porque su vivienda fue quemada. El imán no tenía dónde vivir y el cardenal le acogió durante seis meses en su casa.
DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
Ambos ofrecieron su testimonio de cómo el diálogo interreligioso es posible cuando se mira a la otra persona como un hermano y no como un enemigo. Para esto es necesaria la confianza –señaló el cardenal de Bangui-. La confianza como camino para avanzar y no mirar a las personas como enemigos: “Con la confianza nace la esperanza, y de la esperanza puede nacer la fraternidad”, afirmó Mons. Nzapalainga. Una confianza hecha experiencia de vida y testimonio acogiendo al imán en su casa cuando éste no tenía dónde acudir y su vida corría peligro, e impulsando junto con los protestantes y musulmanes el diálogo interreligioso. Por su parte, Mons. Martínez subrayó que estos testimonios son una “llamada a la conversión” y suponen “una frescura de nuestra fe, que es la que nos da verdadera libertad”. “Que el Señor nos ayude a recomponer la frescura de nuestra fe”.El imán explicó que el desafío en el camino del diálogo interreligioso está en “volver a los pasos de nuestra historia y decir no a la instrumentación de la religión”.
Junto con el pastor protestante de la región, han creado un plataforma que trabaja por la paz y el diálogo interreligioso, con varios proyectos dirigidos a las personas independientemente de su credo. Es este trabajo conjunto interreligioso por el que en lugares como Países Bajos se han interesado; un trabajo por la paz y este diálogo entre religiones que los misioneros combonianos han reconocido con el Premio Mundo Negro a la Fraternidad, que cada año otorga esta revista.
En la plataforma se trabaja en tres proyectos. Uno dedicado al ámbito educativo, con centros escolares donde los niños y adolescentes cristianos y musulmanes en una única escuela puedan convivir juntos, jugar juntos y, en definitiva, conocerse. Asimismo, con este proyecto se afronta uno de los mayores problemas que vive el país como es la juventud frustrada que, desencantada y víctima de las agresiones a sus familias, acuden a las armas y forman grupos violentos. El segundo proyecto es la creación de una emisora de radio, para hacer frente a los rumores y mentiras que se vierten en los medios de comunicación del país utilizados por los grupos de poder; y, en tercer lugar, la creación de hospitales donde se respete la dignidad de cada vida humana.
Nuestro Arzobispo de Granada y Presidente de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, Mons. Javier Martínez, anunció en la mesa redonda que se celebró en el Centro Cultural del Arzobispado su deseo para que la Diócesis, en la medida de sus posibilidades, pueda contribuir con alguno de estos proyectos.
En la mesa redonda también participó María de los Ángeles Corpas, profesora en el Instituto de Filosofía “Edith Stein” de la Archidiócesis y experta en temas de Islam. “El testimonio que nos dan el cardenal Dieudonné Nzapalainga y el imán Kobine Layama es rotundo. Desmonta cualquier visión ideológica de la religión, entendida como un obstáculo, como problema, como prejuicio al entendimiento. Su amistad ha sido guiada por un deseo profundo de buscar el camino de la paz desde una afirmación rotunda en el ‘yo creo’”, señaló la profesora en la Diócesis.
En el marco de la visita a Granada, el cardenal Mons. Nzapalainga y el imán Kobine Layama participaron el jueves día 9 en una oración conjunta interreligiosa en el Centro Cultural del Arzobispado. Posteriormente, el cardenal de Bangui y nuestro Arzobispo concelebraron la Santa Misa en la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, a la que asistió como un fiel más, y como musulmán, el imán Kobine Layama. Tras Madrid y Granada, le toca el turno a Barcelona, donde ambos continuarán expandiendo su experiencia y testimonio de que la paz y el diálogo interreligioso es posible.
Paqui Pallarés